Vaginismo: Cuando el cuerpo dice “no” al contacto
- Carla Mendes de Moraes
- Apr 22
- 3 min read
Por Carla Mendes de Moraes
Hablar de relaciones sexuales puede generar incomodidad, especialmente cuando el cuerpo parece resistirse sin razón aparente. Muchas mujeres experimentan dolor, miedo o tensión durante la penetración, y lejos de encontrar comprensión, suelen sentirse solas o incomprendidas. Entre las causas posibles de esta vivencia se encuentra una condición poco visibilizada pero más común de lo que creemos: el vaginismo.
Desde mi rol como fisioterapeuta especializada en salud femenina, acompaño a mujeres que han pasado años en silencio, sintiendo que “algo está mal” con ellas. Este artículo busca ponerle nombre a esa experiencia, desmitificar el vaginismo y abrir el camino a un abordaje respetuoso, informado y con perspectiva de género.
¿Qué es el vaginismo?
El vaginismo es una contracción involuntaria y persistente de los músculos del piso pélvico que rodean la entrada vaginal, lo que dificulta o impide la penetración vaginal (ya sea por relaciones sexuales, exámenes ginecológicos o incluso la colocación de un tampón).
Esta respuesta refleja un mecanismo de defensa del cuerpo, como si dijera “no puedo” o “no quiero”, aunque la voluntad consciente de la mujer sea diferente. En muchos casos, la causa es multifactorial: emocional, física y contextual.
Tipos de vaginismo
Se reconocen dos formas principales:
Primario: la mujer nunca ha podido tolerar una penetración vaginal.
Secundario: aparece después de un período de funcionamiento sexual sin dolor o dificultad. Puede surgir tras un parto, trauma, cirugía o evento emocional.
También se clasifica por grados, según la intensidad de la contracción y el nivel de evitación del contacto vaginal.
¿Qué lo causa?
El vaginismo no es un “bloqueo psicológico” sin sentido. Su origen puede incluir:
Experiencias sexuales traumáticas (abuso, coerción, humillación)
Educación restrictiva o cargada de culpa respecto al sexo
Ansiedad anticipatoria al dolor
Endometriosis, infecciones recurrentes, episiotomías mal curadas
Relaciones de pareja con alta presión o falta de comunicación
En muchos casos, la mujer no es consciente del origen exacto, y eso no invalida su experiencia ni su derecho a recibir ayuda profesional.
Diagnóstico: ¿quién lo detecta?
El primer paso suele ser una consulta ginecológica. Sin embargo, es fundamental que el profesional sea empático y tenga en cuenta las posibles causas emocionales y musculares.
Una evaluación de fisioterapia especializada en suelo pélvico puede detectar contracturas, hipertonía, respuestas reflejas de defensa e hipersensibilidad en la zona perineal.
El abordaje debe ser integral, respetuoso, sin forzar exploraciones si la paciente no lo desea. El consentimiento y el acompañamiento emocional son claves.
Tratamiento: sí, tiene solución
La buena noticia es que el vaginismo se puede tratar con excelentes resultados, especialmente cuando se aborda de manera interdisciplinaria.
La fisioterapia uroginecológica tiene un papel central. El tratamiento puede incluir:
Educación sobre anatomía y respuestas del cuerpo
Técnicas de relajación y respiración
Trabajo de conciencia corporal y desensibilización progresiva
Uso guiado de dilatadores vaginales de distintos tamaños
Ejercicios de control y coordinación del suelo pélvico
Integración de la pareja, si la paciente lo desea
No se trata de “aprender a tolerar el dolor”, sino de rehabilitar la función, recuperar el placer y resignificar el contacto desde la libertad.
Impacto emocional y social
Muchas mujeres con vaginismo sufren en silencio. Evitan relaciones, sienten culpa o vergüenza, y pueden recibir diagnósticos erróneos o comentarios poco empáticos.
Esto afecta la autoestima, la vida de pareja y la salud mental. Por eso es importante que se hable de este tema con naturalidad y sin estigmas.
El vaginismo no define tu valor, tu feminidad ni tu identidad sexual. Es una condición tratable y no estás sola.
Mitos comunes
“Es psicológico, está en tu cabeza.” → Falso. Tiene una base física real.
“Tenés que relajarte y se va a ir solo.” → Falso. Requiere acompañamiento profesional.
“Afecta solo a mujeres jóvenes.” → Falso. Puede aparecer en cualquier etapa de la vida.
“Es poco común.” → Falso. Muchas mujeres lo padecen, pero no lo cuentan.
Romper con estos mitos es el primer paso hacia una sexualidad saludable y libre de dolor.
Educación y prevención
Desde temprana edad, la educación sexual debe incluir nociones de consentimiento, conocimiento del cuerpo, salud ginecológica y bienestar sexual.
Hablar con libertad sobre el placer, el dolor y los derechos sexuales permite prevenir silencios que, con el tiempo, pueden convertirse en síntomas.
Las consultas preventivas con profesionales especializados también son una forma de cuidado personal.
El vaginismo no es un castigo ni una condena. Es una forma en que el cuerpo expresa una vivencia emocional o física no resuelta, y merece ser abordado con respeto, paciencia y profesionalismo.
Como licenciada en fisioterapia, te aliento a que hables, preguntes, busques ayuda y, sobre todo, que no normalices el dolor. La salud íntima también es salud integral.
Con el tratamiento adecuado, el cuerpo puede volver a confiar… y decir que sí.
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